Un calendario es un sistema de medida del tiempo establecido por la sociedad para las necesidades de la vida civil, con la división por conveniencia del tiempo en ciertos intervalos como son los días, meses y años. Las divisiones de los calendarios se basan en los movimientos de la Tierra y su consecuencia, que son las apariciones regulares del Sol y la Luna.
La vida de la sociedad se ve influida enormemente por la rotación de la Tierra, que provoca la sucesión de los días y de las noches, siendo ambas en principio de diferente duración. Ya en la antigüedad, el hombre se dio cuenta de que a pesar de que los intervalos de luz y de oscuridad eran de diferente duración (según las estaciones del año), sin embargo la suma de dos intervalos consecutivos de luz y oscuridad daba prácticamente una constante (hoy sabemos que no es estrictamente constante debido a los fenómenos astronómicos contemplados en la ecuación de tiempo). Así surgió la división de tiempo básica en todos los calendarios: el día, entendido éste como la agrupación de un intervalo de oscuridad y otro de luz contiguos.
Según Aquilino Morcillo, la primera referencia literaria al día, noche, mes y año, proviene del poema Gilgamesh, escrito en caracteres cuneiformes y que narra las míticas aventuras de este príncipe de la ciudad sumeria de Uruk, que vivió sobre el año 2750 a. de C. La escritura la habían inventado los sumerios sobre el 3300 a. de C. Posteriormente, en la Biblia hay además referencias a la semana y a la hora, y conocemos que los babilonios ya dividían el arco en grados y minutos.
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