Es así que en 1805, el inventor estadounidense Oliver Evans creó la primera máquina refrigerante. En 1815, el también norteamericano John Goorie, un médico de Florida, diseñó un refrigerador basado en el diseño de Evans con el propósito de fabricar hielo para sus pacientes de fiebre amarilla, que necesitaban un ambiente con el aire más frío.
Posteriormente, el ingeniero alemán Carl von Linde patentó en 1876 el proceso de licuado de gas, un punto importantísimo en la tecnología de refrigeración. Para lograrlo cambió algunos detalles de un modelo industrial que había diseñado para una fábrica, creando de esta manera el primer refrigerador doméstico mecánico.
Durante el transcurso del XIX, muchos inventores intentaron diseñar refrigeradores mecánicos. El refrigerador emplea la evaporación de un líquido para absorber calor. Ese líquido o refrigerante se evapora a una temperatura muy baja, permitiendo el desarrollo de temperaturas heladas en el interior del recipiente empleado como refrigerador.
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