jueves, 29 de septiembre de 2016

LA CERRADURA

Desde los tiempos más remotos el hombre sintió la necesidad de protegerse, y ya al cerrar con una enorme piedra la entrada de su caverna dio origen, con ese rudimentario sistema, a un proceso de perfeccionamiento que no se detuvo a lo largo de siglos y siglos.
Al aumentar sus pertenencias, también aumentó el riesgo de sustracción: se entabló así una verdadera batalla de ingeniosos mecanismos entre los que defendían lo suyo y los que trataban de apoderarse de lo ajeno. El resultado de esta puja es la cerradura, en la que la llave, como una diminuta varita mágica, lo protege todo con sólo un ligero movimiento.

NACE LA CERRADURA
La cerradura moderna tiene su origen en el pasador horizontal de madera que, acoplado a la parte posterior de la puerta, se hacía deslizar por una rudimentaria guía para encajar luego en un agujero que se practicaba en la jamba.
Para accionar semejante pasador por un agujero desde afuera o liberarlo de los enganches se necesitó un pedazo de metal curvo provisto de un mango recto, que hacía las veces de llave primitiva.
Para impedir que el pasador o la barra se deslizara, se practicaba un agujero vertical en la parte superior de la hembra y se insertaba allí una cuña. La función de la llave era mover la cuña, levantándola, para dejar en libertad al pasador.


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